viernes, 11 de septiembre de 2009

Zapatos rotos

Zapatos rotos

Poor Magfri

Antes de salir de mi morada, un momento antes de desplegar el paraguas y ver las alegres gotas de agua, producto de un torrencial aguacero, que formo grandes charcas y alimento las lagunas mentales en mis recónditos recuerdos, pude apreciar que fui en mucho tiempo la persona más feliz de esta faz. No cabe duda que en el universo entero no existe una persona tan feliz como yo, voy a una entrevista de trabajo, pretendo aceptar lo que el destino me presente, quiero al menos emplearme una vez más, no llevo la cuenta, pero al menos si me dan el trabajo, este sería mi empleo más digno, no pretendo más que unos cuantos billetes, billetes que puedan servirme para alimentarme y para dar de comer a los cuatro gatos que me hacen compañía por las noches.

Antes de salir de mi caja de cartón, antes de desplegar el nylon roto que me cubrirá de las tristes gotas de conforman está maldita lluvia, recuerdo con mucho aborrecimiento la persona que soy, no puedo recordar la última ocasión en que fui feliz, y sin embargo la felicidad en este momento me embarga, puesto que el empleo al cual voy a entrevistarme, ofrece más de lo que como mínimo serviría para alimentarme, quizá pueda comprarme unos cuantos tabacos, y quizá se los pueda dar a alguien que los necesite más que yo, aunque eso sin duda es más imposible que improbable, pretendo arrebatarle al destino (en el cual no creo) una estúpida sonrisa, pretendo pedir unos cuantos billetes más por el empleo que ofrecen y con eso comprar algún veneno que pueda aniquilar a los cuatro sacos de pulgas que impiden pueda dormir en días.

No les voy a mentir, no puedo ir a la entrevista de trabajo porque mis zapatos están rotos y con este torrencial puedo mojarme y contraer una gripa. No, por supuesto que no puedo arriesgarme de tal forma.