viernes, 28 de agosto de 2009

La Catedral del Mar

¿La ves sonreír?

Hace unos días termine de leer “La Catedral del Mar”, una aventura escrita por Ildefonso Falcones, cuentan que se tardo en escribirla unos 5 años y es que lo bien ambientada, argumentada y sus personajes bien construidos, claro que los requieren.

Lo que en realidad me llamo la atención es que la historia se basa en su bien argumentado personaje huérfano Arnau Estanyol, rápidamente me viene a la mente Oliver Twist, aunque el argumento que se usa para Arnau es muy distinto, atribuido a las practicas poco ejemplares de la época feudal y la crisis alimentaria provocada por una peste, que sufriera por aquella época el Principado de Cataluña.

Desde el primer capítulo este interesante escritor nos hace dar cuenta de las atrocidades de la época feudal y como las monarquías podían hacer lo que se les diera en gana, sobre cualquier persona, en cualquier momento y cualquier lugar. Por otra parte sabido es el papel que juegan las mujeres en esta época, pero en verdad en las páginas de este libro, arremete contra la conciencia y en algunas partes desgaja el alma. También un poco con ironía se puede observar el poder de las mujeres en los hombres, una me llama la atención Aledis, quien desde pequeña la lujuria sin conocerla hacia mella en ella, sería fácil atribuir que Minos[1] la cogía cuando se le ocurría y Aledis una chica que desconocía el pecado era consumida en su ser, el tiempo demostró que Minos tenía razón  y triunfo, la chica termino como una prostituta y su final fue como tal, pero sobresale una escena, en la que frente a la temible inquisición está mujer obra como sabía, cambiando una mirada de un nervioso soldado virgen por una confesión, entrada las ganas de la puta, coge por ganas, por desvirgar a tal soldado. Comprenderán entonces que la compostura de unas, era el mal de otras y para bien de aquellos que también escondemos el deseo de compartir el lecho con Cleopatra o Elena de Troya, o para las chicas de compartirlo con Aquiles, así sucede durante toda la historia.

En fin, la historia tiene como escenario como antes mencione, el Principado de Cataluña y para ser más específicos se centra en la ciudad condal de Barcelona, que es muy bien ambientada y describe la grandeza de la ciudad del siglo XIV. El lenguaje aclara al inició el autor, está adaptado para disfrutar de una excelente lectura, aunque usa múltiples figuras retóricas y algunas metáforas al alcance de todos, la estructura del libro comprende un patrón clásico, un planteamiento bien definido desde los primeros capítulos, hasta llegar a un nudo en la historia y que por supuesto pretende un desenlace algo fortuito diría yo, pero que sin duda sucede en un orden cronológico. El género literario de esta obra se ve reflejada en una novela histórica y las influencias que se pueden apreciar van desde Victor Hugo, Alejandro Dumas (sobre todo se nota cierta correlación de los hechos con el Conde de Montecristo), además de Charles Dickens como al principio se menciono.

Volviendo a la historia, narra distintitas batallas, batallas a galope, batallas en el mar, que en verdad fueron, además para quienes no profesamos una religión en particular, o quienes guardamos cierto sesgo por alguna, la historia se ve argumentada por la Virgen de la Catedral del Mar, cosa que no ofende  y en todo caso da un poco de envidia y en cualquiera de los casos, queda claro que quienes por algún tiempo no tuvimos una figura materna, pues la encontramos junto con la ternura que despierta el pequeño Arnau por la Virgen, quien siempre le sonríe, aún cuando todo va en contra.

Al final supongo que lo que trato de escribir, es que, es toda una aventura leer La Catedral del Mar, una novela que recomiendo, que nos lleva a una Barcelona que en época de batallas demuestra que el amor puede más que el odio de otros y que los actos que hoy conocemos por bondadosos al final, pueden actuar a favor nuestro y para quienes buscan una figura materna, quizá la puedan encontrar… 

Lo cierto es que ¡Te va a sonreír!

 



[1] Minos; demonio que se sitúa en la entrada del Segundo Círculo del Infierno de Dante. (El infierno de los lujuriosos)

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