domingo, 3 de enero de 2010

Crepúsculo

La saga Crepúsculo

Una historia para encontrar un único placer, fumar leyendo bazofia.

El argumento principal de la saga trata de redefinir la frase “Para siempre”, y se ve reflejada en el amor de una chiquilla inmadura, que se enamora de un ridículo pero bien parecido vampiro, que resulta ser bueno, tanto o más que la Madre Teresa, en este punto cabe mencionar que Stocker se vería tremendamente acongojado y con miles de improperios para la autora, para quienes amamos a los vampiros de la forma antagónica, vemos de esta historia como un verdadero ultraje, sin embargo y a medida que uno va leyendo, se desarrolla una relación de pareja, algo entretenida, hay que decir, que se ve afectada por la aparición de otro ser mítico, en este caso un licántropo, que tiene un rol principal pero un peso ponderado para la historia, que se interpreta de inmediato, porque para ser justo con la autora es más que predecible. Como dije antes el peso en la historia del licántropo readecua la trama y sobre todo le da algo de sentido, casi como darle equilibrio a una ecuación, aunque la historia no es tan perfecta como la matemática, ni mucho menos precisa.

Para seguir con mi juicio a esta obra, he de mencionar que, en un inicio creí que lo de vampiros y licántropos era parte de un simbolismo o una metáfora, acerca de problemas que vive hoy la juventud, a medida que se avanza en la lectura creo que es casi imposible no delinear semejanzas con la historia de los Montesco y los Capuleto, pero más bien se trata de una adaptación, aunque burda, poco fina, y con muchos argumentos para considerarse una grosería.

En cuanto al lenguaje utilizado a lo largo de los cuatro libros, me parece que es cotidiano, hasta el punto de señalarlo de muy simple y fácil, dirigido a neonatos de la literatura, si se les puede llamar así, casi como los lectores de Cohelo y Og Mandino, aunque para ser justo con la autora y con sus lectores, creo que los fanáticos de esta saga superan en criterios a los antes mencionados. Sin embargo no se trata de condenar a la autora, porque creo que la historia es notoriamente narrada y la atmósfera descrita es cabalmente imaginable, tanto como los personajes, tiene unas cuantas metáforas, crea un cierto arquetipo poético en todo lo que sucede y esporádicamente un sabroso sarcasmo, que es lo único divinamente creado en esta historia, para quienes amamos el sarcasmo, por supuesto, aparte presenta algún sentido del humor, con chistes un poco histriónicos, pero que se comprende a la hora de analizar a los personajes y no el libro. Por si faltaba, el ritmo de lectura, es muy lento, describe todo lo que sucede en la mente de los personajes que narran la historia, no se pierde detalle de cada paso que dan y por si fuera poco trata de explicarlos y analizarlos por nosotros, por momentos se vuelve desquiciadamente fatigoso, en algunos capítulos uno tiene la sensación de terminar jadeando.

El tono en el que está escrita esta saga de novelas, parece que está identificada con el dramatismo, con toques de romantísismo, aunque este último creo que no podría considerarse. Si uno busca suspenso en esta historia, extrañamente no se encuentra, todo lo contrario, uno sabe desde el inicio como acabará la historia, y es que se vuelve tan predecible. En algunos capítulos explica que puede pasar, como tratando de prepararnos para lo que sucederá, pero lo que en realidad pasa es que nos adelanta la historia, una y otra vez, se vuelve monótono y en mi opinión frustrante. Al revisar el contexto histórico, nos damos cuenta de que lo que siempre nos ha parecido antagónico, aquí forma a parte del protagonismo, lo que no es nuevo, pero para este caso mal argumentado, aunque está solo es mi opinión, pocos podrían contradecirme. Está escrita en nuestra época, en un viejo pueblo cercano a Seattle, estos dos puntos y siguiendo el argumento sin duda nos dan el grado de realidad y ficción que se da dentro de la historia.

En cuanto a los personajes creo que el caso de Isabella Swan, es un personaje plano, egoísta, que consigue todo lo que desea y aún lo que no desea, no tiene muchas aspiraciones de la vida, pero sin embargo lo tiene todo y ella no lo sabe, es demasiado para cualquiera, desde cualquier punto vista, pero para el caso de una chiquilla inmadura, que resulta patética es normal, luego Edward, un vampiro bueno, como toda su familia, además es demasiado bien parecido y resulta casi en la perfección, y reencarna al hombre perfecto, salvo que no existe por supuesto, que vive para y por complacer a Bella, aunque esto último no está lejos de realidad de algunos que amamos con demasiada devoción, pero que de verdad la autora lo hace demasiado exagerado en algunos aspectos.

Otro personaje es Jacob Black, que desde un inicio la autora empieza jugar con su apellido y su forma de ser, según comprendemos en la historia es un licántropo que indudablemente está para proteger a la humanidad, en realidad es el motor que mueve la trama de esta historia durante los primeros tres libros y unos cuantos capítulos del último libro, en el que por cierto da un poco de pena y en la parte del libro que trata de ver la vida, desde su punto de vista, pone de manifiesto la autora su repudio por los hombres, al tratarlo como un tonto, se nota de inmediato al comparar los títulos de los capítulos, siguiendo con Jacob, parece que no puede lidiar con su decadente vida, un amor no correspondido, una imprimación fortuita y una relación amigable con sus acérrimos rivales, por lo que el personaje cae como el resto de la historia al punto de convertirse en un títere de una neonata, lo que hace que la historia sea de nuevo yerta, por otra parte en todos los libros se habla más de él que de otra cosa, casi una autobiografía.

Intervienen otros personajes, como el Dr. Carlisle Cullen, que de pronto con lo bueno que es da miedo, aunque hay que admitir que un capítulo da mucho terror, y no se querría un doctor de cabecera de ese tipo, es fanático de la herencia genética, los cromosomas y cosas relacionadas, ¡Yo que sé! aunque se le podría fácilmente imaginar persiguiendo a medio mundo tratando de sacarles sangre, solo para saber cuántos cromosomas tenemos, como tratando de construir nuestra historia genética, nuestro pedigree pues!, Esme es un personaje que da pena, no dice nada y parece que está allí solo por estar, porque no tiene otro lugar en donde estar, casi que en una cuarta dimensión, Rosalie, aunque super hermosa, una vampiro odiosa que extraña ser humano y que nunca supero su pasado, Emmet un chicho que solo quiere luchar, para comprobar su fuerza, Jasper que está ahí solo para acompañar a Alice, Alice por su parte, debo confesar que atrae al comienzo y poco a poco en su papel de mejor amiga, se va impregnando y va agradando, su gusto a la verdadera buena música, hace de este detalle formidable, pero que de allí no pasa, está exclusivamente en la historia, para evitar una guerra y no crear más huecos, ha y qué decir del papa de Bella, Charlie, que todo le parece correcto, que su hija se suicida; de acuerdo, que se casa; de acuerdo, que se embaraza de un vampiro; de acuerdo, que su nieta es un monstruo; de acuerdo, para el todo está bien, mientras le cocinen, vea Sport Center y vaya de pesca, todo está bien, excelente como dijera la mamá de una querida amiga.

En dónde no cabe duda que Stephenie Meyer acertó, es como llamo los libros, y es que los títulos de las cuatro obras, parecen que van de la mano y no se salen del contexto, y siguen un orden como la misma historia, pero bien pudo haber acortado unas 250 páginas a cualquiera de los libros, o eliminar alguno y en verdad no pasaría nada, se podría alcanzar el mismo ridículo final.

La estructura de la saga está dada por capítulos que están concadenados y por orden cronológico, el planteamiento general de la última obra Amanecer es que al casarse los personajes principales, están completamente destinados a embeberse de los placeres maritales, que sin duda, al considerar a una mocosa inmadura, pues termina inobjetablemente en un embarazo, aunque para las chicas por supuesto tiene toda la razón del caso y sin duda alguna, una que otra aprensión, es sin duda el nudo de toda la historia y yo diría de la saga, las situaciones que suceden luego de esto son totalmente comprensibles, todos los buenos unidos por un pequeño monstruo aquí llamado Nessie, aludiendo al monstruo del lago Ness y al nombre de pila que le da la paupérrima madre “Renesme”, este personaje resulta difícil odiar y tener una actitud condescendiente, ya que demuestra ternura, pero ¿Qué bebé, no?, en fin estos luchan contra todos los malos que son en ausencia de un mejor epilogo, una bola de badulaques, mequetrefes y que son la mímesis del famoso Bruto o la despampanante Senovia y que incluso caben en la definición de exiguos y anoclinos.

Con eso podría resumir el desenlace, que como dije antes y al principio, se trata de redefinir la frase “para siempre”, una chica que cree amar a un vampiro, pero que le gusta su mejor amigo que es un licántropo, que al verse envuelta por el amor y por la posibilidad de ser siempre bella, como si las ironías faltaran, se convierte en una vampiresa que no da miedo, más bien nos brinda lástima, que luego se casa y se embaraza, que como decía de una infante que prematuramente da a luz y que provoca una inevitable guerra, contra unos vampiros malísimos, que solo con mencionar sus nombres nos producen terror y nos hace que recordemos a grandes y tenaces generales romanos, como el caso de Cayo, ¡Por Dios, nadie fue más grande que Cayo Julio César!, ¡Pero atención!, la guerra no es tan inevitable, como querían que creyéramos y que sin embargo nos daban pistas para suponerlo, como dije, unos argumentos que dan risa.

Y cuando se alcanza la página setecientos treinta y cinco, se confirma todo lo que he escrito y solo es una confirmación de la decepción que produce leer estos libros, uno entiende le éxito mercadológico de la obra, sin embargo hay que recordar las palabras atinadas de Albert Camus, el éxito es fácil de obtener, lo difícil es merecerlo.

En conclusión solo hay dos formas de leer estos libros, una es hacerse el idiota y la otra serlo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario